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domingo, 17 de julio de 2011

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La decisión fue aceptada por Enki y por Marduk, Enlil también acató la
palabra de Nibiru.
¡Celébrese la boda, y que sea en Eridú!, les dijo Ninki. ¡En el Edin, Marduk y su esposa no pueden quedarse!,
anunció Enlil, el
comandante.
¡Hagamos un regalo de boda a Marduk y a su novia, unos dominios para ellos, lejos del Edin, en otra tierra! Así
le dijo Enki a Enlil.
Enlil estaba pensando si consentir que Marduk fuera enviado lejos:
¿De qué tierra, de qué dominios estás hablando?, le dijo Enlil a su hermano Enki.
¡Unos dominios por encima del Abzu, en la tierra que llega hasta el Mar Superior,
una que está separada del Edin por las aguas, a la que se puede llegar con embarcaciones!
Así le dijo Enki a Enlil. ¡Así sea!, dijo Enlil.
Ninki dispuso una celebración de boda en Eridú para Marduk y Sarpanit. Sus habitantes anunciaron la
cereremonia a golpe de tambor de cobre, con siete panderos, las hermanas de la novia presentaron a la
esposa.
Una gran multitud de Terrestres Civilizados se reunió en Eridú, la boda era
para ellos como una coronación. También asistieron jóvenes Anunnaki, Igigi de Lahmu vinieron en gran
número.
¡Venimos para celebrar la boda de nuestro líder, para presenciar una unión de Nibiru y la Tierra!
Así explicaron los Igigi su numerosa presencia.
Viene ahora el relato de cómo los Igigi raptaron a las hijas de los Terrestres,
y de las aflicciones que siguieron y del extraño nacimiento de Ziusudra.
Gran número de Igigi vinieron de Lahmu a la Tierra,
sólo un tercio de ellos quedaron en Lahmu, a la Tierra vinieron doscientos.
Para estar con su líder Marduk, para asistir a la celebración de su boda, fue su explicación;
Desconocido para Enki y para Enlil era su secreto: raptar y tener unión era su plan.
Desconocido para los líderes en la Tierra, una multitud de Igigi se reunieron en Lahmu,
¡Lo que se le permite a Marduk no se nos debería de impedir a nosotros!, se decían entre sí.
¡Basta de sufrimiento y de soledad, de no haber tenido descendientes!, era su eslogan.
Durante sus idas y venidas entre Lahmu y la Tierra,
a las hijas de los Terrestres, las Mujeres Adapitas como les llamaban ellos, veían y codiciaban; y los
conspiradores se decían entre ellos: ¡Venid, elijamos esposas de entre las Mujeres Adapitas, y engendremos
hijos!
Uno de ellos, Shamgaz era su nombre, se convirtió en su líder. ¡Aun cuando ninguno de vosotros me siga, yo
solo haré la acción!, les
decía a los demás. ¡Si se impusiera un castigo por este pecado, yo solo lo asumiré por todos
vosotros!
Uno a uno, los demás se unieron a la trama, prestaron juramento de hacerlo juntos.
Para la boda de Marduk, doscientos de ellos descendieron en el Lugar de
Aterrizaje,
bajaron sobre la gran plataforma en la Montaña de los Cedros. Desde allí viajaron a Eridú, pasaron entre los
Terrestres que trabajaban, junto con la multitud de Terrestres llegaron a Eridú. Después de que hubiera tenido
lugar la ceremonia de boda de Marduk y
Sarpanit,
por una señal convenida previamente, Shamgaz dio la señal a los demás.
Cada uno de los Igigi tomó a una doncella Terrestre, por la fuerza las raptaron,
los Igigi fueron con las mujeres hasta el Lugar de Aterrizaje en las
Montañas de los Cedros,
en una fortaleza se emplazaron, a los líderes les formularon un desafio: ¡Basta de privaciones y de no tener
descendientes! Queremos casarnos con
las hijas de los Adapitas. ¡Tenéis que darle la bendición a esto, o de lo contrario lo destruiremos todo
en la Tierra por el fuego! Los líderes estaban alarmados, le exigieron a Marduk, comandante de los
Igigi, que se hiciera cargo de la situación. ¡Si tengo que buscar una solución al asunto, mi corazón está de
acuerdo
con los Igigi! Así les dijo Marduk a los demás. ¡Lo que yo he hecho no se les puede impedir a ellos!
Enki y Ninmah sacudieron la cabeza, a regañadientes mostraron su acuerdo.
Sólo Enlil se enfureció en lugar de apaciguarse:
¡Una mala acción ha sido seguida por otra, los Igigi han adoptado de Enki
y de Marduk la fornicación, nuestro orgullo y nuestra sagrada misión han quedado abandonados a los
vientos, por nuestras propias manos, este planeta se verá invadido por multitudes
de Terrestres! Enlil hablaba muy disgustado. ¡Que los Igigi y sus mujeres partan de la
Tierra!
¡En Lahmu, la situación se ha hecho insoportable, no es posible la supervivencia!
Así dijo Marduk a Enlil y a Enki. ¡No pueden quedarse en el Edin!, gritó iracundo Enlil. Dejó la reunión
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muy disgustado;
en su corazón, Enlil tramaba cosas contra Marduk y sus Terrestres. En la Plataforma de Aterrizaje, en las
Montañas de los Cedros, quedaron
recluidos los Igigi con sus mujeres, allí les nacieron hijos, Hijos de las Naves Espaciales les llamaron.
Marduk y Sarpanit, su esposa, también tuvieron hijos, Asar y Satu se llamaron los dos primeros hijos.
A Marduk y a Sarpanit les concedieron los dominios de arriba del Abzu, Marduk invitó a los Igigi,
Marduk llamó a los Igigi para que vivieran en dos ciudades que para sus hijos había construido.
Algunos de los Igigi y sus descendientes llegaron a los dominios en la tierra de color oscuro;
Shamgaz y otros se quedaron en la Plataforma de Aterrizaje en las Montañas de los Cedros,
hasta las lejanas tierras del este, tierras de altas montañas, fueron algunos de sus descendientes.
Ninurta observaba con atención de qué modo Marduk incrementaba su
propia fuerza con Terrestres.
¿Qué están tramando Enki y Marduk?, le preguntó Ninurta a su padre Enlil. ¡La Tierra será heredada por los
Terrestres!, le dijo Enlil a Ninurta.
¡Ve, encuentra a los descendientes de Ka-in, prepara con ellos tus propios
dominios!
Ninurta fue al otro lado de la Tierra; encontró a los descendientes de Ka-in. Les enseñó cómo hacer
herramientas e interpretar música, les mostró las técnicas de la minería y a fundir y retinar, les mostró cómo
construir embarcaciones de madera de balsa, les guió para
que cruzaran un gran mar. En una nueva tierra establecieron sus dominios, construyeron una ciudad
con torres gemelas. Era un dominio más allá de los mares, no era la tierra montañosa del nuevo
Enlace Cielo-Tierra. En el Edin, Lu-Mach era el capataz, su deber consistía en hacer cumplir las
cuotas,
reducir las raciones de los Terrestres era su tarea. Su esposa fue Batanash, ella era hija del hermano del padre
de Lu-Mach. Era de una belleza deslumbrante, Enki se quedó encandilado con su belleza. Enki le envió una
palabra a su hijo Marduk: ¡Llama a Lu-Mach a tus
dominios,
para que aprenda cómo pueden construir una ciudad los Terrestres! Y cuando fue llamado Lu-Mach a los
dominios de Marduk, llevaron a su esposa Batanash a la casa de Ninmah, en Shurubak, la Ciudad
Refugio,
para protegerla y resguardarla de las enfurecidas masas de Terrestres. Poco después, Enki fue a Shurubak a
visitar a su hermana Ninmah. En el techo de una morada, cuando Batanash se estaba bañando, Enki la tomó
por los muslos, la besó, derramó su semen en su matriz. Batanash tenía un hijo, el vientre se le estaba
hinchando; se le envió palabra a Lu-Mach desde Shurubak: ¡Vuelve al Edin, vas a tener un hijo!
Al Edin, a Shurubak, regresó Lu-Mach, Batanash le mostró el niño. Tenía la piel blanca como la nieve, del color
de la lana era su cabello, sus ojos eran como los cielos, sus ojos brillaban con un resplandor. Asombrado y
asustado estaba Lu-Mach; fue corriendo hasta su padre Matushal.
¡Batanash ha tenido un hijo que no parece Terrestre, estoy muy confuso
con este alumbramiento! Matushal fue hasta Batanash, vio al recién nacido, quedó sorprendido por
su aspecto. ¿El padre del niño es uno de los Igigi? Matushal exigió la verdad de
Batanash:
¡Revélale a Lu-Mach, tu esposo, si este niño es hijo suyo! ¡Ninguno de los Igigi es el padre del niño, de esto
juro por mi vida! Así
respondió Batanash. Entonces, Mathusal se volvió a su hijo Lu-Mach, le puso la mano tranquilizadoramente
sobre el hombro. El niño es un misterio, pero en su misma extrañeza se te ha revelado un
augurio,
es único, para una tarea única ha sido elegido por el destino.
¡Qué trabajo es, no lo sé; cuando llegue el momento, se sabrá!
Así le dijo Matushal a su hijo Lu-Mach; se refería a lo que en la Tierra
estaba sucediendo:
en aquellos días, los sufrimientos iban aumentando en la Tierra,
los días se iban haciendo más fríos, los cielos retenían sus lluvias, las cosechas disminuían en los campos, en
los rediles había pocos corderos. ¡Que el hijo que te ha nacido, extraño como es, sea un augurio de que nos
llega un respiro!
Así le dijo Matushal a su hijo Lu-Mach. ¡Sea su nombre Respiro! Batanash no reveló el secreto de su hijo a
Matushal ni a Lu-Mach; le llamó Ziusudra, El de Largos y Brillantes Días de Vida; creció en
Shurubak.
Ninmah le concedió al niño su protección y su afecto.
Estaba dotado de mucha comprensión, ella le proporcionó conocimientos.
Enki adoraba enormemente al niño, le enseñó a leer los escritos de Adapa,
el niño, como un joven, aprendió cómo observar y realizar los ritos sacerdotales.
En el centesimo décimo Shar nació Ziusudra,
en Shurubak creció y se casó con Emzara, y ella le dio tres hijos.
En sus días, los sufrimientos se intensificaron en la Tierra; plagas y hambre afligían a la Tierra.
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Viene ahora el relato de las tribulaciones de la Tierra antes del Diluvio, y de cómo las misteriosas decisiones de
Galzu de vida y muerte dirigieron
en secreto. Enlil estaba muy molesto con la unión de los Igigi y las hijas de los
Terrestres, Enlil estaba muy turbado con los desposorios de Marduk con una mujer
Terrestre.
A sus ojos, la misión de los Anunnaki en la Tierra se había pervertido, para él, las ruidosas y estridentes masas
de los Terrestres se habían convertido en anatema;
las declaraciones de los Terrestres se le hacían agobiantes, ¡Las uniones me quitan el sueño!. Así dijo Enlil a
los otros líderes. En los días de Ziusudra, plagas y pestes asolaban la Tierra, dolores, mareos, escalofríos y
fiebres abrumaban a los Terrestres. ¡Enseñemos a los Terrestres a curarse, que aprendan a darse remedios
por
sí mismos! Así dijo Ninmah. ¡Lo prohibo por decreto!, replicó Enlil a sus súplicas. En las tierras donde se
han extendido los Terrestres no manan las aguas de
sus fuentes,
la tierra ha cerrado su matriz, no brota vegetación. ¡Enseñemos a los Terrestres a hacer estanques y canales,
que obtengan
pescado y sustento de los mares! Así dijo Enki a los otros líderes. ¡Lo prohibo por decreto!, le dijo Enlil a
Enki. ¡Que perezcan los Terrestres
de hambre y de enfermedades!
Durante todo un Shar, los Terrestres comieron las hierbas de los campos; durante el segundo Shar, el tercer
Shar, sufrieron la venganza de Enlil. En Shurubak, la ciudad de Ziusudra, el sufrimiento se estaba haciendo
insoportable.
Ziusudra, portavoz de los Terrestres, fue hasta Eridú, se dirigió a la casa del señor Enki, invocó el nombre de
su señor, le suplicó ayuda y salvación; Enki estaba atado por los decretos de Enlil.
En aquellos días, los Anunnaki estaban preocupados por su propia supervivencia;
sus propias raciones disminuían, ellos mismos se estaban viendo afectados por los cambios en la Tierra.
Tanto en la Tierra como en Lahmu, las estaciones habían perdido su regularidad.
Durante un Shar, durante dos Shars, se estuvieron estudiando las vueltas celestes desde Nibiru,
desde Nibiru se observaron cosas extrañas en los destinos planetarios.
Estaban apareciendo manchas negras en el rostro del Sol, se disparaban llamas desde su rostro;
Kishar también se comportaba mal, su hueste había perdido el equilibrio, inestables eran sus vueltas.
El Brazalete Repujado se veía estirado y empujado por invisibles fuerzas de red,
por motivos incomprensibles, el Sol estaba perturbando a su familia;
¡los destinos de los celestiales se veían abrumados por hados desagradables!
En Nibiru, los sabios dieron la voz de alarma, la gente se reunía en las plazas públicas;
¡el Creador de Todo, está devolviendo los cielos a los días primordiales,
iracundo está el Creador de Todo!, gritaban algunas voces entre el pueblo.
En la Tierra, las tribulaciones aumentaban, el miedo y el hambre elevaban sus cabezas.
Durante tres Shars, durante cuatro Shars, estuvieron observando los instrumentos frente a la la Blancatierra,
Nergal y Ereshkigal habían registrado extraños estruendos en las nieves de la Blancatierra:
¡El hielo de nieve que cubre la Blancatierra ha empezado a deslizarse!, informaron desde la punta del Abzu.
En la Tierra Más Allá de los Mares, Ninurta puso instrumentos de predicción en su refugio,
terremotos y temblores en el fondo de la Tierra descubrió con los instrumentos.
¡Algo extraño está pasando!, envió Enlil palabras de alarma a Anu en Nibiru.
Durante el quinto Shar, durante el sexto Shar, los fenómenos ganaron
fuerza,
en Nibiru, los sabios dieron la alarma, de calamidades hicieron advertencia al rey:
La próxima vez que Nibiru se acerque al Sol, la Tierra quedará expuesta a la fuerza de la red de Nibiru,
Lahmu, en sus vueltas, se situará al otro lado del Sol.
La Tierra no tendrá protección en los cielos ante la fuerza de la red de
Nibiru,
Kishar y su hueste se agitarán, Lahamu también se sacudirá y temblará; en el gran Abajo de la Tierra, el hielo
de nieve de la Blancatierra está perdiendo base;
la próxima vez que Nibiru se aproxime a la Tierra, el hielo de nieve de la superficie de la Blancatierra se
deslizará. Provocará una calamidad de agua: ¡La Tierra será arrollada por una gigantesca ola, un Diluvio! En
Nibiru fue grande la consternación, inseguros ante el propio hado de
Nibiru, el rey, los sabios y los consejeros estaban también muy preocupados por la
Tierra y por Lahmu. El rey y los consejeros tomaron una decisión: ¡prepararse para evacuar la
Tierra y Lahmu! En el Abzu, se cerraron las minas de oro, desde allí fueron los Anunnaki
hasta el Edin; en Bad-Tibira, se cesó en la fundición y el refinado, todo el oro se envió a
Nibiru. Vacía, dispuesta para la evacuación, una flota de rápidos carros celestes
regresó a la Tierra; En Nibiru se vigilaban las señales de los cielos, en la Tierra se tomaba nota
de los temblores. Fue entonces cuando de uno de los carros celestiales salió un Anunnaki de
cabello blanco,
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Galzu, Gran Conocedor, era su nombre. Con paso majestuoso se dirigió hasta Enlil, a él le presentó un
mensaje
sellado de Anu. Soy Galzu, emisario plenipotenciario del Rey y del Consejo, le dijo a Enlil.
Enlil se sorprendió por su llegada: No me había llegado palabra alguna de Anu sobre esto.
Enlil examinó el sello de Anu; estaba intacto, y era auténtico.
En Nibru-ki se leyó el mensaje de la tablilla, la codificación era de toda confianza.
¡Galzu habla en nombre del Rey y del Consejo, sus palabras son mis órdenes! Eso afirmaba el mensaje de
Anu.
Que se llamara también a Enki y a Ninmah fue la petición de Galzu.
Cuando llegaron, Galzu le sonrió agradablemente a Ninmah. ¡Somos de la misma escuela y edad!, le dijo a
ella.
Ninmah no podía recordar aquello; el emisario era tan joven como un hijo, ¡ella era como su anciana madre!
¡La explicación es sencilla!, le dijo Galzu: ¡La causa se halla en nuestros ciclos vitales de sueño invernal!
De hecho, este asunto es parte de mi misión; hay un secreto acerca de la evacuación.
Desde que Dumuzi estuvo en Nibiru, se ha estado examinando a los Anunnaki que volvían a Nibiru;
aquéllos que más tiempo habían estado en la Tierra eran los más afectados al volver:
sus cuerpos ya no se habituaron a los ciclos de Nibiru,
su sueño estaba alterado, su visión fallaba, la fuerza de la red de Nibiru pesaba en sus pasos.
Sus mentes también se vieron afectadas, ¡dado que los hijos eran más viejos que los padres a los que habían
dejado!
La muerte, camaradas míos, llegó con rapidez a los retornados; ¡por eso estoy aquí, para advertiros!
Los tres líderes, los que más tiempo habían estado en la Tierra, guardaron silencio ante las palabras.
Ninmah fue la primera en hablar: ¡Era de esperar!, dijo. Enki, el sabio, se mostró de acuerdo con sus palabras:
¡Era evidente!, dijo. Enlil montó en cólera: ¡Antes, los Terrestres se estaban haciendo como nosotros,
ahora, nosostros nos hemos hecho como los Terrestres, para quedar prisioneros de este planeta!
¡Toda la misión se ha convertido en una pesadilla, con Enki y sus
Terrestres como señores, acabaremos siendo esclavos! Galzu escuchó con compasión el estallido de Enlil.
De hecho, mucho hay
que reflexionar, dijo, en Nibiru se ha estado pensando mucho, y profundas cuestiones se han
estado planteando al examen de conciencia: ¿Se debería haber dejado a Nibiru a su suerte, fuera lo que
fuera lo que el
Creador de Todo pretendiera, para dejar que ocurriera, o fue la llegada a la Tierra concebida por el Creador
de Todo, y nosotros
no fuimos más que emisarios inconscientes? ¡Sobre esto, camaradas míos, el debate continúa! Así les dijo
Galzu. Y he aquí la orden secreta de Nibiru: ¡Vosotros tres permaneceréis en la Tierra; sólo volveréis a Nibiru
para
morir! En carros celestiales, circundaréis la Tierra, esperaréis la calamidad en el
exterior; al resto de los Anunnaki, se les debe dar la opción de irse o de esperar la
calamidad en el exterior. Los Igigi que se casaron con Terrestres deben elegir entre la partida o las esposas:
¡A ningún Terrestre, ni siquiera Sarpanit, la de Marduk, se le permitirá viajar a Nibiru!
¡Todos los que quieran quedarse y ver lo que sucede, deberán salvaguardarse en los carros celestes! ¡En
cuanto a todos los demás, deben estar preparados para partir hacia
Nibiru de inmediato! Así, en secreto, reveló Galzu las órdenes de Nibiru a los líderes.
Viene ahora el relato de cómo los Annunaki decidieron abandonar la Tierra,
y de cómo prestarobn juramento para dejar perecer a la Humanidad en el Diluvio.
Enlil convocó un consejo de comandantes Anunnaki e Igigi en Nibru-ki,
también estaban presentes los hijos de los líderes y sus hijos.
Enlil les reveló el secreto de la inminente calamidad.
¡La Misión a la Tierra ha llegado a un amargo final!, les dijo solemnemente.
Todos los que quieran partir en barcos celestiales, que se preparen para ser evacuados a Nibiru,
pero si tienen esposas Terrestres, tendrán que irse sin las esposas.
¡Los Igigi que se afeiten a sus esposas y descendientes, que escapen a los picos más altos de la Tierra!
¡En cuanto a los pocos Anunnaki que decidan quedarse, en Barcos del Cielo permaneceremos sobre los cielos
de la Tierra,
para esperar la calamidad en el exterior, para presenciar la suerte de la Tierra!
¡Como comandante, seré el primero en quedarme! Así habló Enlil.
¡Los demás, que decidan por sí mismos!
¡Decido quedarme con mi padre, afrontaré la calamidad!, anunció Ninurta.
¡Después del Diluvio, volveré a las Tierras de Más Allá de los Océanos!
Nannar, el primogénito de Enlil en la Tierra, anunció un extraño deseo:
esperar el Diluvio no en los cielos de la Tierra, sino en la Luna; ése fue su deseo.
Enki levantó una ceja; Enlil, aunque desconcertado, aceptó.
Ishkur, el más joven de Enlil, tomó la decisión de quedarse en la Tierra con su padre.
Utu e Inanna, los hijos de Nannar que habían nacido en la Tierra, declararon quedarse.
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Enki y Ninki, optaron por quedarse y no abandonar la Tierra; lo anuncia
ron con orgullo.
¡No abandonaré a los Igigi ni a Sarpanit!, afirmó Marduk con ira.
Uno a uno, los demás hijos de Enki anunciaron su decisión de quedarse:
Nergal y Gibil, Ninagal y Ningishzidda, y Dumuzi también. Todos los ojos se volvieron entonces a Ninmah;
declaró con orgullo su
decisión de quedarse: ¡El trabajo de toda mi vida está aquí! ¡A los Terrestres, mis creados, no los
abandonaré! Ante sus palabras, se removió un clamor entre los Anunnaki y los Igigi;
preguntaron por la suerte de los Terrestres.
Que los Terrestres por las abominaciones perezcan; asi lo proclamó Enlil. Un asombroso ser fue creado por
nosotros, por nosotros debe ser salvado,
le gritó Enki a Enlil.
Ante esto, replicó Enlil también con gritos:
¡Desde el mismo principio, en cada ocasión, tú modificaste las decisiones! ¡Tú les diste la procreación a los
Trabajadores Primitivos, a ellos los dotaste de Conocimiento!
Tomaste en tus manos los poderes del Creador de Todo, para después caer en las abominaciones.
¡Concebiste a Adapa con fornicación, le diste Entendimiento a su linaje! ¡A su descendencia te has llevado a
los cielos, has compartido con ellos
nuestra Sabiduría!
Has roto todas las normas, has ignorado decisiones y órdenes, por culpa tuya, un hermano Terrestre Civilizado
mató a otro hermano, por culpa de Marduk, tu hijo, los Igigi, imitándole a él, se casaron con las
Terrestres.
¡Nadie sabe ya quién es el representante de Nibiru, el único al que le pertenece la Tierra!
¡Basta! ¡Basta!, es todo lo que digo. ¡La abominación no puede continuar! ¡Ahora que una calamidad ha sido
ordenada por un destino desconocido, que suceda lo que tenga que suceder! Así proclamó Enlil, enfurecido;
que todos los líderes juren solemnemente que no interferirán en los acontecimientos, exigió Enlil a todos. El
primero en prestar juramento de silencio fue Ninurta; otros del lado de
Enlil le siguieron.
¡Acato tus órdenes!, le dijo Marduk a Enlil. Pero, ¿de qué sirve el juramento? Si los Igigi abandonaran a sus
esposas, ¿no se difundiría el miedo entre los
Terrestres? Ninmah estaba anegada en lágrimas; susurró débilmente las palabras del
juramento.
Enlil miró fijamente a su hermano Enki. ¡Es la voluntad del rey y del consejo!, le dijo.
¿Por qué quieres atarme con un juramento?, le preguntó Enki a su hermano Enlil.
¡Tú has tomado la decisión, en la Tierra es un mandato!
No puedo detener la inundación, no puedo salvar a las multitudes de Terrestres,
así pues, ¿para qué quieres atarme con un juramento? Así le preguntó Enki
a su hermano. Para que todo ocurra como si hubiera sido decretado por hado, que se
conozca como Decisión de Enlil, ¡que quede sobre Enlil solo la responsabilidad para siempre! Así dijo Enki
a todos.
Después, Enki se fue de la asamblea; Marduk también se fue con él. Con ágiles palabras de mandato, Enlil
llamó al orden a la asamblea. Asignó tareas para lo que había que hacer con firmes decisiones, hizo grupos
entre los que iban a partir y los que se iban a quedar, para designar plazas para la asamblea, para recoger
equipos, para asignar
carros. Los primeros en partir fueron los que tenían que volver a Nibiru,
con muchos abrazos y estrechar de brazos, la alegría mezclada con el pesar, embarcaron en las naves
celestiales;
uno tras otro, los vehículos rugieron y se elevaron desde Sippar.
Al principio, los que quedaban atrás gritaban ¡Viajad sin novedad!; luego, los gritos enmudecían.
Tras completarse los lanzamientos hacia Nibiru,
llegó el turno de Marduk y de los Igigi con esposas Terrestres;
Marduk los reunió a todos en el Lugar de Aterrizaje, les ofreció una elección:
con él y con Sarpanit, y con los dos hijos y las hijas, ir a Lahmu y esperar allí que pasara la calamidad,
o dispersarse en las distantes tierras montañosas de la Tierra, para encontrar un refugio ante el Diluvio.
Después, Enlil tuvo en cuenta a los que se quedaron, por grupos les asignó carros.
Enlil mandó a Ninurta a las tierras montañosas más allá de los océanos para que informara del retumbar de la
Tierra;
también asignó a Nergal y a Ereshkigal la tarea de vigilar la Blancatierra; a Ishkur le dio la tarea de vigilar
contra cualquier avalancha de Terrestres,
para que prohibiera accesos, para que levantara y reforzara barreras y cerrojos.
Sippar, el Lugar de los Carros Celestiales, fue el centro de todos los preparativos; desde Nibru-ki, Enlil se llevó
a Sippar las Tablillas de los Destinos, allí
estableció un Enlace Cielo-Tierra temporal. Después, Enlil se dirigió a su hermano Enki, a él le dijo así: Para
el caso de que se pudiera sobrevivir a la calamidad, que se recuerde
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todo lo que ha sucedido. ¡Que se entierren y resguarden las tablillas de los registros en Sippar, en
las profundidades de la Tierra, para que en los días por venir se descubra lo que desde un planeta se hizo
en otro! Enki aceptó de buen grado las palabras de su hermano. Almacenaron los
ME y otras tablillas en arcones dorados, los enterraron para la posteridad en Sippar, en las profundidades
de la
Tierra.
Así dispuesto todo, los líderes esperaron la señal de partir, vigilaron con aprensión la aproximación de Nibiru en
su gran vuelta. Fue en aquellos momentos de ansiosa espera cuando Enki se dirigió a su
hermana Ninmah, a ella, le dijo así Enki:
¡En su preocupación por los Terrestres, Enlil no ha prestado atención a todas las demás criaturas vivas!
Cuando la avalancha de aguas barra las tierras, otras criaturas vivas, algunas de Nibiru originadas por
nosotros, la mayor
parte evolucionada en la misma Tierra, quedarán condenadas en un golpe repentino a la extinción.
¡Preservemos tú y yo su simiente de vida, extraigamos sus esencias vitales
para salvaguardarlas!
Ninmah, la que da la vida, a las palabras de Enki dio su favor: ¡Lo haré en Shurubak, tú hazlo con las criaturas
vivas del Abzu! Así le dijo
a Enki.
Mientras los demás esperaron sentados y ociosos, Enki y Ninmah emprendieron un desafiante trabajo;
a Ninmah le ayudaron algunas de sus asistentes en Shurubak,
a Enki le ayudó Ningishzidda en el Abzu, en la antigua Casa de la Vida.
reunieron esencias masculinas y femeninas, y huevos de vida,
de cada especie, de dos en dos, de dos en dos los preservaron en Shurubak y en el Abzu,
para salvaguardar, mientras en la Tierra se daba la vuelta, para recombinar después las especies vivas.
Entonces, llegaron las palabras de Ninurta: ¡Los estruendos de la Tierra son siniestros!
Entonces, llegaron las palabras de Nergal y de Ereshkigal: ¡La Blancatierra se estremece!
En Sippar, se reunieron todos los Anunnaki, esperaban el Día del Diluvio.
Sinopsis de la Décima Tablilla
El misterioso emisario se le aparece a Enki en una visión-sueño
A Enki se le dice que salve a la Humanidad a través de su hijo Ziusudra,
Mediante un subterfugio, Enki instruye a Ziusudra para que construya un submarino
Un navegador sube a bordo, llevando las simientes de vida de la Tierra La cercanía de Nibiru provoca el
deslizamiento de la placa de hielo de la Blancatierra
La ola resultante sume a la Tierra bajo las aguas
Los Anunnaki que se quedaron se lamentan de la calamidad desde la órbita terrestre
Las aguas se retiran; la embarcación de Ziusudra se posa sobre el Monte de la Salvación
Descendiendo en un Torbellino, Enlil descubre la doblez de Enki Enki convence a Enlil de que el Creador de
Todo lo había destinado así Utilizan la Plataforma de Aterrizaje, aún en pie, como base temporal
Allí, en una Cámara de Creación, se elaboran cultivos y ganado
Se descubre oro en abundancia en las Tierras de Más Allá de los Mares
Se establecen nuevas instalaciones espaciales en las antiguas tierras
Entre éstas, se incluyen dos montículos artificiales y una escultura con forma de león Ninmah propone un plan
de paz para resolver las crecientes rivalidades
Se le concede el ganado y los cereales a la Humanidad
LA DÉCIMA TABLILLA
En Sippar, se reunieron todos los Anunnaki, esperaban el Día del Diluvio. Fue entonces, cuando iba creciendo
la tensión de la espera,
cuando el señor Enki, mientras dormía en su residencia, tuvo una visión-sueño.
En la visión-sueño aparecía la imagen de un hombre, brillante y resplandeciente como los cielos;
y cuando el hombre se acercó a Enki, ¡Enki vio que era Galzu, el del cabello blanco!
En la mano derecha sostenía un estilo grabador,
y en la izquierda llevaba una tablilla de lapislázuli, lisa y brillante.
Y cuando se aproximó lo suficiente al lecho de Enki, Galzu habló y dijo:
Tus acusaciones contra Enlil fueron injustificadas, pues sólo decía la verdad;
y la decisión que como Decisión de Enlil será conocida, no la decretó él, sino el Destino.
Ahora, toma el Hado en tus manos para que los Terrestres hereden la Tierra;
llama a tu hijo Ziusudra, revélale la inminente calamidad sin romper el juramento.
Dile que construya una embarcación que pueda soportar la avalancha de agua, una embarcación sumergible,
semejante a la que te muestro en esta tablilla; que se salven él y su familia en ella,
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y que lleve también la simiente de todo lo que sea valioso, sea planta o animal;
¡Ésa es la voluntaddel Creador de Todo!
Y, en la visión-sueño, Galzu dibujó una imagen en la tablilla con el estilo, y dejó la tablilla grabada junto al lecho
de Enki;
y cuando se desvaneció la imagen, la visión-sueño terminó, y Enki despertó con un estremecimiento. Enki se
quedó durante un rato en su lecho, reflexionando con asombro
sobre la visión-sueño:
¿Cuál es el significado de esto, qué presagio augura? Después, cuando se levantó del lecho, he ahí que
estaba la tablilla; ¡lo que en una simple visión-sueño había visto estaba ahora materialmente junto a la cama!
Con manos temblorosas, el señor Enki tomó la tablilla, sobre la tablilla vio el diseño de una embarcación de
forma curiosa, en el filo de la tablilla había marcas de medidas, ¡indicaban las medidas de
la embarcación!
Sobrecogido y esperanzado, el señor Enki envió rápidamente a sus emisarios al amanecer,
¡Encontrad al llamado Galzu, tengo que hablar con él! Así les dijo. Todos volvieron al atardecer, le informaron
así a Enki: Nadie pudo encontrar a ningún Galzu,
¡Hace tiempo que Galzu volvió a Nibiru!, le dijeron. Enki estaba muy desconcertado, se esforzaba por
comprender el misterio
y su presagio.
No pudo desentrañar el misterio, ¡pero el mensaje para él estaba claro! Aquella noche, Enki fue sigilosamente
hasta la cabaña de juncos donde
dormía Ziusudra; para no romper el juramento, el señor Enki le dijo a la pared de la cabana,
no a Ziusudra: ¡Despierta! ¡Despierta!, le dijo Enki a la pared de juncos, desde detrás de
la pantalla de juncos hablaba. Cuando Ziusudra se despertó, Enki le dijo desde detrás de la pantalla de
juncos: ¡Cabaña de juncos, cabaña de juncos! ¡Presta atención a mis palabras, haz
caso a mis instrucciones!
Una calamitosa tormenta caerá sobre todas las moradas, todas las ciudades,
será la destrucción de la Humanidad y de su descendencia.
Ésta es la decisión final, la palabra de la asamblea convocada por Enlil, ésta es la decisión pronunciada por
Anu, Enlil y Ninmah.
Ahora, presta atención a mis palabras, observa el mensaje que te estoy diciendo:
¡Abandona tu casa, construye una embarcación; renuncia a tus posesiones, salva la vida!
La embarcación que tienes que construir, su diseño y sus medidas se muestran en una tablilla, dejaré la tablilla
junto a la pared de la cabana de juncos.
Asegúrate de que la embarcación esté techada en toda su extensión, desde el interior no debe verse el sol.
El aparejo tiene que ser muy fuerte, la brea fuerte y espesa, para que no entre el agua.
¡Que sea una embarcación que pueda darse la vuelta y caer, para sobrevivir a la avalancha de agua!
Construye la embarcación en siete días, reúne en ella a tu familia y a tus parientes,
acumula en la embarcación comida y agua para beber, lleva también animales domésticos.
Después, en el día apuntado, se te dará una señal;
un guía de embarcación que conoce las aguas, designado por mí, te llegará ese día;
en ese día, tendréis que entrar en la embarcación, tendréis que atrancar bien la portezuela.
Un abrumador Diluvio, procedente del sur, devastará tierras y vida;
vuestra embarcación se elevará sobre sus amarras, se dará la vuelta y caerá.
No tengáis miedo: el guía de la embarcación os llevará a un refugio seguro, ¡La simiente de la Humanidad
Civilizada sobrevivirá por vosotros!
Cuando la voz de Enki se calló, Ziusudra estaba ansioso, sobre sus rodillas cayó postrado:
¡Mi señor! ¡Mi señor!, gritó. ¡Tu voz he escuchado, deja que vea tu rostro! ¡No te he hablado a ti, Ziusudra, a la
pared de juncos le he hablado! Así dijo Enki.
Por decisión de Enlil, por un juramento estoy ligado a lo que juraron todos
los Anunnaki;
¡En mi rostro verás que, sin duda, como todos los terrestres, morirás! Ahora, cabaña de juncos, presta
atención a mis palabras: ¡El propósito de la embarcación, deberás guardarlo como un secreto de los
Anunnaki!
Cuando la gente de la ciudad pregunte, a ellos les dirás: ¡El señor Enlil ha estado enfadado con mi señor Enki,
navegaré hacia la morada de Enki en el Abzu, quizás así Enlil se apacigüe! Durante un rato, siguió un silencio.
Ziusudra salió desde detrás de la pared
de juncos,
una tablilla de lapislázuli, brillando a la luz de la luna, vio y tomó; sobre ella estaba dibujada la imagen de una
embarcación, las muescas
daban sus medidas; Ziusudra era el más sabio de los Hombres Civilizados, comprendió lo que
había escuchado.
A la mañana siguiente, anunció a la gente de la ciudad: El señor Enlil ha estado enfadado con el Señor Enki, mi
señor, por ello el señor Enlil me es hostil.
No puedo seguir viviendo en esta ciudad, ni puedo poner ya mi pie en el Edin; al Abzu, a los dominios del señor
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Enki, iré navegando. En una embarcación que debo construir con rapidez, partiré de aquí; así remitirá la ira del
señor Enlil, las penurias terminarán, ¡a partir de entonces, el señor Enlil hará llover sobre vosotros la
abundancia! Aún no se había ido la mañana cuando la gente se reunió alrededor de
Ziusudra,
se animaron entre sí para construir con rapidez su embarcación. Los mayores transportaban cuadernas de
madera de embarcación, los
pequeños llevaban betún de los pantanos. Mientras los madereros clavaban los tablones, Ziusudra fundía el
betún en
un caldero.
Con el betún, impermeabilizó la embarcación por dentro y por fuera, al quinto día estaba terminada la
embarcación, igual a la del dibujo de la tablilla.
Ansiosos por ver partir a Ziusudra, la gente de la ciudad llevó comida y agua a la embarcación,
de sus propias bocas tomaron el sustento; ¡para apaciguar a Enlil, se apresuraron!
También se introdujeron en la embarcación animales cuadrúpedos, los pájaros del campo entraron volando por
sí mismos.
Ziusudra hizo embarcar a su esposa y a sus hijos, las esposas de estos y sus hijos también vinieron.
¡Que suba a bordo también cualquiera que desee ir a la morada del señor Enki!
Así se pronunció Ziusudra ante la gente reunida.
Previendo la abundancia de Enlil, sólo algunos de los artesanos escucharon la llamada.
Al sexto día, Ninagal, Señor de las Grandes Aguas, llegó a la embarcación, era hijo de Enki, había sido elegido
para ser el navegante de la embarcación.
Sostenía en sus manos una caja de madera de cedro, la mantuvo a su lado en la embarcación;
¡Contiene las esencias vitales y los huevos de vida de las criaturas vivas, reunidas por el señor Enki y por
Ninmah,
para ocultarlos de la ira de Enlil, para resucitar la vida si es voluntad de la Tierra!
Eso le explicó Ninagal a Ziusudra; así se ocultaron en la embarcación todas las bestias por sus parejas.
Entonces, Ninagal y Ziusudra esperaron en la embarcación la llegada del séptimo día.
En el centesimo vigésimo Shar se esperaba el Diluvio,
en el décimo Shar de la vida de Ziusudra se aproximó el Diluvio,
en la estación de la Constelación del León se hizo inminente la avalancha.
Viene ahora el relato del Diluvio que cubrió la Tierra
y de cómo escaparon los Anunnaki, y cómo Ziusudra sobrevivió en la embarcación.
Durante días antes del Día del Diluvio, la Tierra estuvo retumbando, como si gimiera de dolor;
durante noches antes de que golpeará la calamidad, se estuvo viendo en los
cielos a Nibiru como una estrella resplandeciente; después, se hizo la oscuridad durante el día, y en la
noche, la Luna era
como si se la hubiera tragado un monstruo.
La Tierra empezó a temblar, se vio agitada por una fuerza de red desconocida hasta entonces.
Con el resplandor del amanecer, una nube negra se levantó por el horizonte, la luz de la mañana se convirtió
en oscuridad, como si la sombra de la
muerte la velara. Después, se oyó como un estruendo de truenos, los cielos se encendieron
con los rayos.
(Partid! ¡Partid!, dio la señal Utu a los Anunnaki. Agazapados en los barcos del cielo, los Anunnaki se elevaron
en las alturas. En Shurubak, a dieciocho leguas de distancia, Ninagal vio las brillantes
erupciones:
¡Atranca! ¡Atranca la portezuela!, le gritó Ninagal a Ziusudra. Juntos cerraron la trampilla que ocultaba la
portezuela; hermética, completamente cerrada, quedó la embarcación; dentro no penetraba ni un rayo de luz.
En aquel día, en aquel inolvidable día, el Diluvio comenzó con un estruendo; en la Blancatierra, en el fondo de
la Tierra, se sacudieron los cimientos de
la Tierra; luego, con un estruendo igual a mil truenos, la capa de hielo se deslizó de
sus cimientos, despegada por la invisible fuerza de la red de Nibiru, se estrelló contra el
mar del sur.
Una capa de hielo golpeó contra otra capa de hielo, la superficie de la Blancatierra se venía abajo como la
cascara rota de un
huevo. De pronto se levantó una gran ola, la muralla de aguas llegaba hasta los
mismo cielos. Una tormenta de una ferocidad nunca vista se puso a bramar en el fondo
de la Tierra,
la muralla de agua impulsaba sus vientos, la ola se desplegó hacia el norte; la muralla de aguas se avalanzaba
hacia el norte, alcanzó las tierras del Abzu-
Desde allí, viajó hasta las tierras habitadas, arroyó el Edin.
cuando la ola, la muralla de aguas, llegó a Shurubak,
la ola soltó de sus amarras a la embarcación de Ziusudra, sacudiéndola, se tragó a la embarcación como un
abismo de agua.
Aunque completamente sumergida, la embarcación se mantuvo firme, no entró siquiera una gota de agua.
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En el exterior, la ola de la tormenta tomó desprevenida a la gente como una batalla mortal,
nadie podía ver a sus semejantes, el suelo se desvaneció, sólo había agua. De pronto, las poderosas aguas
habían cubierto la tierra firme;
antes de que terminara el día, la muralla de agua, ganando velocidad, arroyó las montañas.
En sus embarcaciones celestiales, los Anunnaki circundaban la Tierra.
Abarrotando los compartimentos, se agazapaban contra las paredes exteriores,
contemplaban angustiados lo que estaba ocurriendo allí abajo, en la Tierra.
Desde el barco celestial en el cual estaba, Ninmah se puso a gritar como una mujer de parto:
¡Las aguas cubren a mis creados como libélulas ahogadas en un estanque,
la ola arrolladura se ha llevado toda la vida! Así lloraba y gemía Ninmah.
Inanna, que estaba con ella, también lloraba y se lamentaba: ,
¡Todo allí abajo, todo lo que vivía, se ha convertido en barro!
Así lloraban Ninmah e Inanna; lloraron y aliviaron sus sentimientos.
En los demás barcos celestiales, los Anunnaki estaban anonadados ante la visión de aquella desenfrenada
furia,
en aquellos días presenciaron con temor un poder más grande que el suyo. Anhelaron los frutos de la Tierra,
tuvieron sed del elixir fermentado.
¡Los días de antaño, ay, se han convertido en barro! Así se decían unos a otros.
Después de que la inmensa ola barriera la Tierra,
reabrieron las compuertas del cielo, y se desató un aguacero desde los cielos a la Tierra.
durante siete días se mezclaron las aguas de arriba con las aguas del Gran Abajo;
después, la muralla de agua, alcanzando sus límites, cesó en su embestida, pero las lluvias de los cielos
continuaron durante cuarenta días y noches
más. Desde sus posiciones elevadas, los Anunnaki miraban hacia abajo: donde
una vez hubo tierra firme, ahora había un mar de agua, y donde una vez hubo montañas que elevaban sus
picos hasta los cielos, sus cimas eran ahora como islas en las aguas; y todo lo que vivía en la tierra firme había
perecido en la avalancha de las
aguas.
Después, como en el Principio, las aguas se reunieron en sus cuencas, agitándose arriba y abajo, día a día fue
bajando el nivel del agua. Más tarde, cuarenta días después de que el Diluvio cubriera la Tierra, las
lluvias también se detuvieron.
Después de los cuarenta días, Ziusudra abrió la portezuela de la embarcación para inspeccionar los
alrededores. Era un día luminoso, soplaba una suave brisa;
completamente sola, sin ningún otro signo de vida, la embarcación cabeceaba sobre un vasto mar.
¡La Humanidad, todo lo que vivía, ha sido barrido de la faz de la Tierra, nadie salvo nosotros ha sobrevivido,
pero no hay tierra firme sobre la que
poner el pie!
Así dijo Ziusudra a sus parientes, mientras se sentaba y se lamentaba. Entonces, Ninagal, nombrado por Enki,
dirigió la embarcación hacia los
picos gemelos de Arrata,
hizo una vela para ella, hacia el Monte de la Salvación llevó la embarcación.
Ziusudra estaba impaciente; liberó a las aves que había abordo para que buscaran tierra firme, las envió para
que comprobaran si había
sobrevivido algo de vegetación. Dejó salir una golondrina, dejó salir un cuervo; ambos volvieron a la
embarcación. Dejó salir a una paloma; ¡y volvió a la embarcación con una ramita de un
árbol! Ahora sabía Ziusudra que la tierra firme había emergido de debajo de las aguas.
Unos cuantos días más y la embarcación se detuvo en unas rocas:
¡El Diluvio ha pasado, estamos en el Monte de la Salvación! Así le dijo
Ninagal a Ziusudra.
Abriendo la portezuela hermética, Ziusudra salió de la embarcación; el cielo era claro, el Sol brillaba, soplaba
un suave viento. Apresuradamente, llamó a su esposa y a sus hijos para que salieran. ¡Alabemos al señor
Enki, a él demos gracias!, les dijo Ziusudra. Juntó piedras con sus hijos, con ellas construyó un altar,
después encendió fuego sobre el altar, hizo un fuego con incienso aromático.
Una oveja, una sin mancha, eligió para el sacrificio,
y sobre el altar, ofreció la oveja a Enki como sacrificio.
En aquel momento, Enlil le transmitió palabras a Enki desde su barco celestial:
¡Descendamos en Torbellinos desde los barcos celestiales sobre el pico de Arrata,
para revisar la situación, para determinar qué hacer!
Mientras los demás seguían circundando la Tierra en sus barcos celestiales,
Enlil y Enki descendieron en Torbellinos sobre el pico Arrata.
Los dos hermanos se sonrieron al encontrarse, con alegría estrecharon los brazos.
Después, Enlil quedó desconcertado con el olor del fuego y de la carne asada.
¿Qué es eso?, le gritó a su hermano. ¿Es que ha sobrevivido alguien al Diluvio?
¡Vamos a ver!, le respondió Enki dócilmente.
69
En sus Torbellinos fueron volando hasta el otro pico de Arrata,
vieron la embarcación de Ziusudra, aterrizaron junto al altar que éste había construido.
Cuando Enlil vio a los supervivientes, Ninagal entre ellos, su furia no tuvo límites.
¡Todo Terrestre tenía que perecer!, gritó con furia; se abalanzó sobre Enki iracundo,
estaba dispuesto a matar a su hermano con las manos desnudas.
¡Él no es un simple mortal, es mi hijo!, gritó Enki señalando a Ziusudra.
Por un momento, Enlil dudó. ¡Rompiste tu juramento!, le gritó a Enki. ¡Le hablé a una pared de juncos, no a
Ziusudra!, dijo Enki, después le relató a Enlil la visión-sueño. Para entonces, alertados por Ninagal, también
habían bajado Ninurta
y Ninmah en sus Torbellinos; cuando escucharon el relato de los acontecimientos, Ninurta y Ninmah no
se encolerizaron por el relato. ¡Debe ser la voluntad del Creador de Todo que sobreviva la Humanidad!
Así le dijo Ninurta a su padre.
Ninmah tocó su collar de cristales, regalo de Anu, y juró: ¡Juro que nunca se repetirá la aniquilación de la
Humanidad! Ablandándose, Enlil tomó de las manos a Ziusudra y a Emzara, su esposa,
y los bendijo así:
¡Fructificad y multiplicaos, y poblad la Tierra! Así terminaron los Tiempos de Antaño.
Viene ahora el relato de cómo se restableció la supervivencia en la Tierra, y de cómo se encontró una nueva
fuente de oro, así como a otros Terrestres
más allá de los océanos.
Después del encuentro de Arrata, las aguas del Diluvio siguieron retirándose,
y se mostró poco a poco la faz de la Tierra desde debajo de las aguas. Las tierras montañosas salieron ilesas
en su mayor parte, pero los valles
quedaron enterrados de lodo y cieno.
Desde los barcos celestiales y desde los Torbellinos, los Anunnaki inspeccionaros los paisajes: ¡Todo lo que
había existido en los Tiempos de Antaño en el Edin y en el
Abzu estaba enterrado bajo el barro! Eridú, Nibru-ki, Shurubak, Sippar, todas habían desaparecido, se
habían
desvanecido por completo; pero en las Montañas de los Cedros la gran plataforma de piedra relucía
bajo la luz del Sol,
¡el Lugar de Aterrizaje, hecho en los Tiempos de Antaño, seguía en pie'-Uno tras otro, aterrizaban los
Torbellinos sobre la plataforma;
la plataforma estaba intacta; en la esquina de lanzamiento, los gigantescos bloques de piedra se mantenían
firmes.
Apartando escombros y ramas de árboles, los primeros en aterrizar hicieron señales a los carros;
uno tras otro llegaron los carros celestiales, bajaron sobre la plataforma. Después se enviaron palabras a
Marduk en Lahmu y a Nannar en la Luna,
y ellos también volvieron a la Tierra, sobre el Lugar de Aterrizaje se posaron.
Entonces, los Anunnaki y los Igigi que se habían reunido junto a Enlil fueron convocados en asamblea.
¡Hemos sobrevivido al Diluvio, pero la Tierra está devastada! Así les dijo Enlil.
¡Tenemos que evaluar todas las formas de recuperación, sea en la Tierra, sea donde sea!
¡Lahmu quedó devastado con el paso de Nibiru! Así lo relató Marduk: ¡Su atmósfera fue absorbida hacia el
exterior, sus aguas se evaporaron, es un lugar de tormentas de polvo!
¡Por sí misma, la Luna no puede sostener vida, sólo se puede permanecer allí con máscaras de Águila!
Así dio cuenta Nannar a los demás, y después añadió palabras de enamorado:
¡Una vez allí, uno debe recordar que fue el líder del ejército de Tiamat, compañera de la Tierra es, el destino de
la Tierra está conectado con ella! Enlil puso su brazo cariñosamente sobre los hombros de su hijo. ¡Estamos
preocupados ahora con la supervivencia!
Así, suavemente, le replicó Enlil a Nannar; ¡Ahora, el sustento es nuestra mayor preocupación!
¡Examinemos la Cámara de la Creación sellada; quizás todavía encontremos las simientes de Nibiru!
Así le dijo Enlil a Enki, recordándole los granos una vez creados.
Al lado de la plataforma, apartando algo de lodo, encontraron el pozo de tiempos remotos,
sacaron la piedra que lo bloqueaba, entraron al santuario. Las arcas de diorita estaban selladas, hicieron abrir
los sellos con una llave de cobre.
¡Dentro de las arcas, en vasijas de cristal, estaban las simientes de los cereales de Nibiru!
Una vez fuera, Enlil le dio las simientes a Ninurta, a él le dijo así:
¡Ve a la terraza de la ladera, que los cereales de Nibiru provean de pan una
vez más!
En las Montañas de los Cedros, también en otras montañas, Ninurta represó las cascadas,
construyó terrazas, le enseñó a cultivar al hijo mayor de Ziusudra. A Ishkur, su hijo más joven, Enlil le asignó
otra tarea: ¡Allí donde se hayan retirado las aguas, ve y encuentra los árboles frutales
que queden!
Para él, se asignó al hijo más joven de Ziusudra como cultivador de frutas: el primer frutal que encontraron fue
la vid, que había traído Ninmah; de su jugo, como el célebre elixir de los Anunnaki, Ziusudra tomó un
sorbo.
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¡Por un sorbo, después otro y otro, Ziusudra fue vencido, se quedó dormido como borracho!
Entonces, Enki ofreció un regalo a los Anunnaki y a los Terrestres: descubrió el arca que Ninagal había llevado,
anunció a todos su sorprendente contenido:
Las esencias vitales y los huevos de vida se pueden combinar en las matrices de los animales cuadrúpedos de
la embarcación de Ziusudra, las ovejas se multiplicarán, por su lana y su carne; todos tendrán ganado
vacuno, por su leche y por sus pieles, ¡después, con otras criaturas vivas poblaremos la Tierra! Enki le dio a
Dumuzi las tareas de pastoreo, en estas tareas le ayudaba el
hijo mediano de Ziusudra. Después, Enki puso su atención en la masa de tierra de tono oscuro, donde
él y sus hijos habían tenido sus dominios.
Con Ninagal, represó las montañas en la confluencia de las aguas poderosas, canalizó las feroces cascadas
hasta un lago, para que se acumularan las
aguas como un lago.
Después, inspeccionó con Marduk las tierras entre el Abzu y el Gran Mar: donde una vez hubo moradas,
consideró cómo drenar el valle del río.
En mitad de la corriente, donde las aguas del río caían en cascada, levantó una isla desde las aguas.
En sus entrañas excavó cavernas gemelas, por encima de ellas forjó compuertas a partir de piedras.
Desde allí, talló dos canales en las rocas, para las aguas elaboró dos estrechos,
así podía ralentizar o acelerar las aguas que venían de las tierras altas; con represas y compuertas, y con los
dos estrechos, reguló las aguas.
Desde la Isla de la Caverna, la isla de Abu, levantó desde debajo de las aguas el sinuoso valle del río:
en la Tierra de los Dos Estrechos, Enki creó un asentamiento para Dumuzi y los pastores.
Con satisfacción, Enlil envió palabras de todo esto a Nibiru; Nibiru respondió con palabras de preocupación:
el cercano tránsito que había afectado a la Tierra y a Lahmu había provocado también muchos daños en
Nibiru;
el escudo de polvo de oro se había desgarrado, la atmósfera estaba disminuyendo de nuevo,
¡era perentoria la llegada de nuevos suministros de oro!
Enki fue al Abzu fervientemente, viajó con su hijo Gibil para inspeccionar y buscar.
¡Todas las minas de oro habían desaparecido, habían quedado enterradas con la avalancha de agua!
¡En el Edin, Bad-Tibira tampoco existía ya! ¡En Sippar, ya no había un lugar para carros!
Los cientos de Anunnaki que habían trabajado duro en las minas y en Bad-Tibira se habían ido de la Tierra,
la multitud de Terrestres que servían como Trabajadores Primitivos se habían convertido en barro con el
Diluvio;
¡Ya no se puede proveer oro desde la Tierra!, anunciaron Enlil y Enki a Nibiru.
En la Tierra y en Nibiru hubo desesperación.
Por entonces, terminó Ninurta sus trabajos en las montañas de los ce una vez más se fue a la tierra montañosa
más allá de los océanos. Desde allí, al otro lado de la Tierra, envió palabras asombrosas:
La avalancha de aguas produjo profundos cortes en las laderas, desde las laderas, oro incontable, en
pepitas grandes y pequeñas, caen a los ríos de abajo, ¡se puede recoger oro sin tener que extraerlo! Enlil y
Enki fueron apresuradamente a la distante tierra montañosa, con
sorpresa vieron el descubrimiento:
¡Oro, oro puro había por todas partes, sin necesidad de refinado ni de fundición! ¡Es un milagro! Así le dijo Enki
a Enlil. ¡Lo que forjó Nibiru, Nibiru lo
enmendó! ¡La mano invisible del Creador de Todo es permitir la vida en Nibiru! Así
dijo Enlil.
Ahora, ¿quién recogerá las pepitas, cómo las enviarán a Nibiru?, se preguntaron entre sí los líderes.
Para la primera pregunta, Ninurta tenía una respuesta: ¡En las altas tierras montañosas, en este lado de la
Tierra, han sobrevivido
algunos Terrestres!
Son descendientes de Ka-in, saben cómo manipular los metales; cuatro hermanos y cuatro hermanas son sus
líderes, se salvaron por sí mismos en balsas,
ahora la cima de su montaña es una isla en mitad de un gran lago. ¡Me recuerdan como protector de sus
antepasados, me llaman el Gran
Protector!
Al saber que habían sobrevivido otros Terrestres, los líderes se esperanzaron,
ni siquiera se enfureció Enlil, que había planeado el fin de toda carne. ¡Es la voluntad del Creador de Todo!, se
dijeron unos a otros. ¡Establezcamos ahora un nuevo Lugar de los Carros Celestiales, enviemos
desde allí el oro a Nibiru!
Buscaron una nueva llanura cuyo suelo estuviera seco y endurecido, en las proximidades del Lugar de
Aterrizaje, en una península desolada,
encontraron esa llanura. Era lisa como un lago en calma, rodeada de montañas blancas.
Viene ahora el relato del nuevo Lugar de los Carros Celestiales,
y de los montes gemelos artificiales y de cómo Marduk usurpó la imagen
del león. En la península elegida por los Anunnaki, se reflejaron los celestiales
Caminos de Anu y de Enlil en la Tierra;
71
¡Ubiqúese con exactitud en esos límites el nuevo Lugar de los Carros, que el corazón de la llanura refleje los
cielos! Así le sugirió Enlil a Enki. Cuando Enki estuvo de acuerdo con esto, Enlil tomó medidas de distancias
de los cielos;
hizo un gran dibujo sobre una tablilla para que todos lo vieran. ¡Que el Lugar de Aterrizaje en las Montañas de
los Cedros forme parte de
las instalaciones!, dijo.
Midió la distancia entre el Lugar de Aterrizaje y el Lugar de los Carros, en su mitad, concibió un lugar para un
nuevo Centro de Control de Misiones:
allí eligió un monte adecuado, lo llamó el Monte de Mostrar el Camino. Allí ordenó construir una plataforma de
piedras, parecidas pero más
pequeñas que las del Lugar de Aterrizaje; en su centro, se talló una roca por dentro y por fuera, se hizo para
albergar
un nuevo Enlace Cielo-Tierra. Un nuevo Ombligo de la Tierra, para hacer el papel de Nibru-ki antes del
Diluvio. El Sendero de Aterrizaje se ancló en el norte, en los picos gemelos de
Arrata; para demarcar el Corredor de Aterrizaje, Enlil necesitaba otras dos series
de picos gemelos, para delimitar los límites del Corredor de Aterrizaje, para asegurar el
ascenso y el descenso.
En la parte meridional de la desolada península, un lugar de montañas, Enlil eligió dos picos contiguos, sobre
ellos ancló el límite meridional. Pero donde se necesitaba la segunda serie de picos gemelos no había
montañas,
sólo sobresalía del suelo una planicie, por encima del valle encharcado. ¡Podemos levantar allí unos picos
artificiales! Así dijo Ningishzidda a los líderes.
Sobre una tablilla dibujó para ellos la imagen de unos picos de lados lisos
elevándose hacia los cielos. ¡Si se puede hacer, sea!, dijo Enlil con aprobación. ¡Que sirvan también de
balizas! Sobre la planicie, por encima del valle del río, Ningishzidda construyó un
modelo a escala,
con él perfeccionó los ángulos de elevación y los cuatro lados lisos.
Junto a él, situó un pico más grande, estableció sus lados a las cuatro esquinas de la Tierra;
los Anunnaki cortaron y levantaron las piedras con sus herramientas de
poder.
Junto a él, en una ubicación precisa, se colocó el pico que era su gemelo; se diseñó con galerías y cámaras
para cristales pulsantes. Cuando este pico artificial se elevó hacia los cielos, se invitó a los líderes
para que pusieran el remate sobre él.
de electro, una mezcla que elaborara Gibil, se hizo la Piedra Ápice. Reflejaba la luz del sol hasta el horizonte,
era como un pilar de fuego en
la noche,
concentraba en un rayo hacia los cielos el poder de todos los cristales. Cuando las obras diseñadas por
Ningishzidda se terminaron y estuvieron
listas, los líderes Anunnaki entraron en el Gran Pico Gemelo, se maravillaron con
lo que vieron; Ekur, Casa Que Como una Montaña Es, lo llamaron, era una baliza para
; los cielos. Proclamaba que los Anunnaki habían sobrevivido al Diluvio y vencerían
siempre. ¡Ahora, el nuevo Lugar de los Carros Celestiales puede recibir oro de
allende los mares,
desde allí, los carros llevarán el oro de la supervivencia a Nibiru; desde allí hacia el este, donde el Sol se eleva
en el día designado, ascenderán, hasta allí al sudoeste, donde el Sol se pone en el día designado,
descenderán. Entonces, Enlil activó con su propia mano los cristales de Nibiru. Dentro, luces espeluznantes
comenzaron a parpadear, un zumbido hechizante rompió el silencio;
Fuera, el remate se puso a brillar de repente, era más brillante que el So La multitud de los Anunnaki reunidos
elevó un gran grito de alborozo; Ninmah, que había venido para la ocasión, recitó un poema y cantó: Casa que
es como una montaña, casa con un pico puntiagudo, está equipada para Cielo-Tierra, es la obra de los
Anunnaki. Casa brillante y oscura, casa del cielo y la Tierra, para los barcos celestiales se ensambló, la
construyeron los Anunnaki. Casa cuyo interior resplandece con una rojiza luz del cielo, emite un rayo pulsante
que llega lejos y alto; noble montaña de montañas, creada grande y noble, está más allá de la comprensión de
los Terrestres. Casa de equipamiento, noble casa de eternidad,
las piedras de sus cimientos tocan las aguas, su gran circunferencia se fija en la arcilla.
Casa cuyas partes están hábilmente entretejidas,
hace descender a los grandes que en los cielos circulan para descansar;
casa que es un punto de referencia para las naves espaciales, de entrañas
inabarcables,
el Ekur está bendecido por el mismo Anu.
Así recitó y cantó Ninmah en la celebración.
Mientras los Anunnaki celebraban su notable obra,
Enki le dijo a Enlil palabras de sugerencia: Cuando en días futuros se pre
gunte,
72
¿cuándo y quién hizo esta maravilla?
Creemos junto a los picos gemelos un monumento; que anuncie la Era del León,
La imagen de Ningishzidda, el diseñador de los picos, sea su cara,
que mire exactamente hacia el Lugar de los Carros Celestiales,
¡Cuándo, quién y el propósito revélese a generaciones futuras!
Esta fue la sugerencia de Enki a Enlil. Ante sus palabras, Enlil consintió, y le dijo a Enki:
Del lugar de los Carros Celestiales, Utu debe ser nuevamente el comandante; ¡que el león de mirada fija,
exactamente orientado al este, tenga la imagen de Ningishzidda!
Cuando se iniciaron los trabajos de talla y modelado del león
lecho de roca,
Marduk le dijo a su padre Enki palabras de agravio:
Me prometiste que dominaría la Tierra toda, ahora se les conceden a otros mandato y gloria, sin tarea ni
dominios se me
deja. ¡En mis antiguos dominios se han situado los montes artificiales, sobre el
león debe estar mi imagen! Ningishzidda se enfureció con estas palabras de Marduk, el resto de hijos
también se sintieron molestos,
Ninurta y sus hermanos también se levantaron en un clamor por dominios, ¡todos exigían tierras para sí
mismos, y Terrestres devotos! ¡No se convierta en disputa la celebración!, gritó Ninmah en medio de las
voces alteradas. ¡La Tierra todavía está desolada, somos pocos Anunnaki, de los Terrestres
sólo hay supervivientes! ¡Que a Marduk Ningishzidda del honor no le prive, tengamos en cuenta
también las palabras de Marduk!
Así dijo Ninmah, la pacificadora, a los líderes enfrentados. ¡Para que prevalezca la paz, debemos repartirnos
las tierras habitables
entre nosotros!, dijo Enlil a Enki. Estuvieron de acuerdo en hacer de la península un separador
incontestable,
se le asignó a la pacificadora Ninmah. Tilmun, Tierra de los Proyectiles, la llamaron; estaba fuera de los
límites
de los Terrestres. Las tierras habitables al este de la península se apartaron para Enlil y su
descendencia, para los descendientes de dos hijos de Ziusudra, Sem y Jafet, para que
vivieran allí. La masa de tierra de tono oscuro que incluía el Abzu se le concedió por
dominio a Enki y a su clan,
para habitarla se eligió al pueblo del hijo mediano de Ziusudra, Cam. Enki, para apaciguar a su hijo, sugirió
hacer a Marduk señor de ellos, señor
de sus tierras. ¡Sea como tú deseas!, dijo Enlil a Enki acerca de esto.
En Tilmun, en su montañoso sur, Ninurta construyó una morada para su madre, Ninmah;
cerca de un manantial con palmeras datileras, se localizó un fresco valle,
el pico de la montaña aterrazó Ninurta, plantó un fragante jardín para Ninmah.
Cuando se terminó todo, se dio una señal a todos los puestos avanzados en la Tierra:
desde las tierras montañosas más allá del océano, los Torbellinos trajeron las pepitas de oro,
desde el Lugar de los Carros Celestiales, se llevó el oro hasta Nibiru. En aquel memorable día, Enlil y Enki se
dijeron uno a otro y coincidieron: ¡Honremos a Ninmah, la pacificadora, con un nuevo nombre-epíteto: sea su
nombre Ninharsag, Señora de la Cima de la Montaña!
Por aclamación se le dio este honor a Ninmah, a partir de entonces se le llamó Ninharsag.
¡Alabad a Ninharsag, la pacificadora en la Tierra!, proclamaron al unísono los Anunnaki.
Sinopsis de la Undécima Tablilla
La tierra del espaciopuerto, Tümun, se declara zona neutral
Se le concede a Ninmah, que recibe el nombre de Ninharsag
Marduk consigue las Tierras Oscuras, los enlilitas consiguen las Tierras de Antaño
Los nietos de Marduk se pelean, Satu asesina a Asar
'Fecundándose a sí misma, Asta, la esposa de Asar, engendra a Horon
Horon vence a Satu en batallas aéreas sobre Tilmun
Los enlilitas estiman prudente preparar otro espaciopuerto
Dumuzi, el hijo de Enki, e Inanna, la nieta de Enlil, se enamoran
Por temor a las consecuencias, Marduk provoca la muerte de Dumuzi
Buscando su cuerpo, Inanna muere, posteriormente resucita
Inanna lanza una guerra para apresar y castigar a Marduk
Los enlilitas entran en su escondrijo en el Gran Monte
Los enlilitas sellan la cámara superior para sepultar vivo a Marduk
Sarpanit, la esposa de Marduk, y Nabu, su hijo, ruegan por su vida
Ningishzidda, conocedor de los secretos del Monte, llega hasta Marduk
Marduk, tras serle perdonada la vida, va al exilio Enki y Enlil dividen la Tierra entre el resto de sus hijos
El triunfo de Ninurta y las Grandes Pirámides
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LA UNDÉCIMA TABLILLA
¡Alabad a Ninharsag, la pacificadora en la Tierra!, proclamaron al unísono los Anunnaki.
Durante el primer Shar después del Diluvio, Ninharsag se las ingenió para atemperar los humores;
Nibiru, a la que había que reabastecer de oro, estaba por encima de ambiciones y rivalidades.
Lentamente, la Tierra volvió a inundarse de vida; con las simientes de vida
que preservara Enki, lo que había sobrevivido por sí solo se acrecentó en la tierra, en el aire
y en las aguas.
¡Pero lo más precioso de todo, descubrieron los Anunnaki, fueron los propios remanentes de la Humanidad!
Como en los días pasados, cuando fueron creados los Trabajadores Primitivos,
los Anunnaki, pocos y agotados, clamaron de nuevo por Trabajadores
Civilizados.
Para cuando terminó el primer Shar después del Diluvio, la pacífica tregua se hizo pedazos a causa de un
acontecimiento inesperado.
La erupción fue ahora entre los clanes de Marduk y Ninurta, no entre los de Enki y Enlil:
entre los propios hijos de Marduk, ayudados por los Igigi, se rompió la tranquilidad.
Durante el tiempo que Marduk, Sarpanit y sus hijos esperaban en Lahmu a causa del Diluvio,
los dos hijos varones, Asar y Satu, se encapricharon de las hijas de
Shamgaz, el líder Igigi cuando volvieron a la Tierra, los dos hermanos se casaron con las dos hermanas,
Asar eligió a la llamada Asta, Satu con la llamada Nebat se prometió.
Asar optó por vivir con su padre Marduk en las tierras oscuras,
Satu hizo su morada en el Lugar de Aterrizaje, donde moraban los Igigi, con Shamgaz.
Shamgaz estaba preocupado con los dominios en la Tierra: ¿Dónde serán
señores los Igigi? Así incitaba Shamgaz a los otros Igigi, de lo cual Nebat le hablaba a Satu
a diario;
¡Estando con su padre, Asar será el único sucesor, heredará las tierras fértiles!
Así le decían Shamgaz y su hija Nebat a Satu día tras día. Padre e hija tramaban cómo retener la sucesión sólo
en manos de Satu. En un día propicio hicieron un banquete; a él invitaron a Igigi y a Anunnaki. Asar, sin
sospechar nada, también llegó para celebrar con su hermano. Nebat, la hermana de su esposa, preparó las
mesas, también puso escabeles a los pies,
Nebat se embelleció; con una lira en la mano, cantó una canción al poderoso Asar. Satu, delante de él, elegía
tajadas de carne asada, con un cuchillo le servía
ceboncillos. Shamgaz, en una gran copa, le ofrecía a Asar vino nuevo, una mezcla
hecha por él,
en una gran vasija, suficientemente grande como para tomarla en consideración, le puso vino elixirado.
Asar estaba de buen humor; se puso de pie y cantó alegremente, acompañándose con címbalos en la mano.
Más tarde, se vio vencido por el vino mezclado, cayó al suelo.
¡Llevémosle para que duerma profundamente!, dijeron los anfitriones a los
demás en el banquete.
Llevaron a Asar a otra cámara, lo pusieron en un ataúd, cerraron el ataúd con fuertes precintos, al mar lo
arrojaron. Cuando llegó a Asta la noticia de lo sucedido, elevó lamentos a Mardu el padre de su marido:
¡Asar fue brutalmente arrojado a las profundidades del mar para que muriera, hay que encontrar el ataúd con
rapidez!
Registraron el mar en busca del ataúd de Asar, lo encontraron a orillas de la tierra oscura.
En su interior yacía el rígido cuerpo de Asar, el aliento de vida había partido de las aletas de su nariz.
Marduk desgarró sus ropajes, se puso ceniza en la frente.
¡Hijo mío! ¡Hijo mío!, gritaba y sollozaba Sarpanit, grande era su pesar y su duelo.
Enki estaba abatido y lloraba: ¡Se ha repetido la maldición de Ka-in!, dijo a su hijo en su angustia.
Asta elevó un lamento a los alturas, hizo petición a Marduk de un heredero para vengarse:
¡Satu debe encontrar la muerte. Déjame concebir un sucesor de tu propia simiente,
que su nombre se recuerde por tu nombre, y el linaje sobreviva!
¡Eso, ay, no se puede hacer!, dijo Enki a Marduk y a Asta:
¡El hermano que asesinó, el hermano del hermano debe ser custodio,
por esto se le debe perdonar la vida a Satu, de su simiente debes concebir un heredero para Asar!
Asta quedó desconcertada por estos giros del destino; muy turbada, tomó la determinación de desafiar las
normas.
Antes de que el cuerpo de Asar fuera envuelto y, en el sudario, preservado en un santuario,
de su falo, Asta extrajo la simiente de vida de Asar.
Con ésta, Asta concibió, un heredero y un vengador de Asar nació.
A Enki y a sus hijos, a Marduk y a sus hermanos, Satu dijo:
¡Soy el único heredero y sucesor de Marduk, de la Tierra de los Dos Estrechos seré el señor!
Ante el consejo de los Anunnaki refutó Asta la reclamación: Estoy con el heredero de Asar, con su hijo.
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Entre los juncos del río se ocultó con el niño, para evitar la ira de Satu; Horon llamó al niño, lo educó para que
fuera el vengador de su padre. Satu estaba desconcertado con esto; Shamgaz no abandonaba sus ambiciones.
De año terrestre en año terrestre, los Igigi se propagaban desde el Lugar de
Aterrizaje, hasta los confines de Tilmun, la región sagrada de Ninharsag, se llegaron
a acercar. Los Igigi y sus Terrestres amenzaban con invadir el Lugar de los Carros
Celestiales.
En las tierras oscuras, el niño Horon se convirtió en un héroe con los rápidos ciclos vitales de la Tierra,
Horon fue adoptado por su tío abuelo Gibil, él lo entrenó y lo instruyó.
Gibil forjó para él unas sandalias aladas para remontarse en el aire, era capaz de volar como un halcón;
Gibil hizo un arpón divino para él, sus flechas eran proyectiles.
En las tierras altas del sur, Gibil le enseñó las artes de los metales y de la
herrería.
Gibil le reveló a Horon el secreto de un metal llamado hierro. De él, hizo armas Horon, de Terrestres leales
levantó un ejército. Marcharon hacia el norte, a través de tierra y río, para desafiar a Satu y
a los Igigi. Cuando Horon y su ejército de Terrestres llegaron a la frontera de Tilmun,
la Tierra de los Proyectiles, Satu le envió a Horon un desafío: ¡Sólo entre nosotros dos es el conflicto,
encontrémonos en la lucha uno
a uno! En los cielos de Tilmun, Satu esperó en su Torbellino el combate con
Horon.
Cuando Horon se remontó en el cielo como un halcón hacia él, Satu le disparó un dardo envenenado, como el
aguijón de un escorpión
cayó sobre Horon.
Cuando Asta vio esto, lanzó un grito al cielo, invocó a Ningishzidda. Ningishzidda bajó desde su barco celestial,
llegó para salvar al héroe para
su madre. Con poderes mágicos, Ningishzidda convirtió el veneno en benévola
sangre, a la mañana siguiente, Horon estaba curado, había vuelto de entre lo"
muertos.
Después, con un Pilar ígneo, como un pez celestial con aletas y una cola de fuego,
Ningishzidda proveyó a Horon, los ojos del Pilar cambiaban sus colores del azul al rojo y al azul.
Horon se elevó en el Pilar ígneo hacia el triunfante Satu.
Se persiguieron por todas partes; fiera y mortal fue la batalla.
Al principio, el Pilar ígneo de Horon recibió un impacto; después, Horon alcanzó a Satu con su arpón.
Satu se estrelló contra el suelo; Horon lo maniató.
Cuando Horon llegó ante el consejo con su tío cautivo,
vieron que estaba ciego, con los testículos aplastados, se aguantaba en pie como un cántaro desechado.
¡Que Satu viva ciego y sin herederos! Así dijo Asta al consejo.
El consejo determinó su suerte, que terminara sus días como un mortal, entre los Igigi.
Se declaró a Horon triunfador, para heredar el trono de su padre;
sobre una tablilla de metal se inscribió la decisión del consejo, en el Salón de Registros la pusieron.
En su morada, Marduk estaba complacido con la decisión; pero estaba apenado por lo que había sucedido:
Aunque Horon, un hijo de Asar, su hijo era, de Shamgaz el Igigi era descendiente,
un dominio, uno como los asignados a los Anunnaki, no se le había dado a él.
Después de perder a sus dos hijos, Marduk y Sarpanit buscaban solaz uno en otro.
Con el tiempo, otro hijo les nacería; le llamaron Nabu, el Poseedor de la Profecía.
Viene ahora el relato de por qué se construyó en la lejanía un nuevo lugar de los carros,
y del amor de Dumuzi e Inanna, que Marduk rompió con la muerte de
Dumuzi. Fue después de la lucha entre Horon y Satu, y su batalla aérea sobre Tilmun,
cuando Enlil convocó a sus tres hijos en consejo.
Con preocupación por lo que estaba sucediendo, les dijo: En el principio, los Terrestres se hicieron a
nuestra imagen y semejanza, ¡ahora, los descendientes de los Anunnaki se han hecho a imagen y semejanza
de los Terrestres! ¡Entonces, fue Ka-in el que mató a su hermano, ahora un hijo de Marduk
es el asesino de su hermano!
¡Por vez primera, un descendiente de los Anunnaki ha levantado un ejército de Terrestres,
ha puesto en sus manos armas de un metal, secreto de los Anunnaki! Desde los días en que Alalu y Anzu
pusieron a prueba nuestra legitimidad, los Igigi no han dejado de provocar trastornos y de romper las reglas.
Ahora, los picos baliza están situados en los dominios de Marduk, el Lugar
de Aterrizaje está en manos de los Igigi, ahora, los Igigi están avanzando hacia el Lugar de los Carros, ¡dicen
que, en nombre de Satu, van a establecerse en todas las instalaciones del Cielo-Tierra!
Así dijo Enlil a sus tres hijos, les propuso tomar medidas contra ello: ¡Tenemos que establecer en secreto una
instalación alternativa Cielo-Tierra! ¡Que se establezca en la tierra de Ninurta más allá de los océanos, en
medio de Terrestres de confianza! Así se puso la misión secreta en manos de Ninurta; en las tierras
montañosas más allá de los océanos, junto al gran lago, levantó un nuevo Enlace Cielo-Tierra, lo puso en el
interior de un recinto; a los pies de las montañas donde se esparcían las pepitas de oro, eligió una planicie de
suelo firme; sobre ella hizo marcas para el ascenso
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y el descenso.
¡Las instalaciones son primitivas, pero servirán para su propósito! A su debido tiempo, Ninurta declaró a su
padre Enlil: ¡Desde allí pueden continuar los envíos de oro a Nibiru, desde allí, en caso
de necesidad, también podemos ascender! En aquel tiempo, lo que comenzó como una bendición, terminó
como un
hecho horrible.
En aquel tiempo, Dumuzi, el hijo más joven de Enki, se encaprichó de Inanna, la hija de Nannar;
Inanna, nieta de Enlil, quedó cautivada por el señor del pastoreo.
Un amor que no conoce límites los devoró, la pasión inflamó sus corazones. Muchas de las canciones de amor
que, a partir de entonces, se cantaron
durante mucho tiempo
Inanna y Dumuzi fueron los primeros en cantarlas, narraron su amor a través de las canciones. A Dumuzi, su
hijo más joven, Enki le asignó un gran dominio por encima
del Abzu; Meluhha, la Tierra Negra, se llamaba, allí crecían árboles de tierras altas,
sus aguas eran abundantes. Grandes toros vagaban entre las cañas de su río, muy numeroso era su
ganado,
llegaba plata de sus montañas, su cobre brillaba como el oro. Dumuzi era muy amado; tras la muerte de Asar,
era el favorito de Enki. Pero Marduk estaba celoso de su hermano más joven. Inanna era muy amada por sus
padres, Nannar y Ningal, Enlil se sentaba
junto a su cuna. Era hermosa, más allá de toda descripción, competía en artes marciales
con los héroes Anunnaki.
De viajes en los cielos y de barcos celestiales había aprendido con su hermano Utu; los Anunnaki le regalaron
una nave celeste, para que deambulara por los
cielos de la Tierra. Después del Diluvio, en la Plataforma de Aterrizaje, Dumuzi e Inanna
pusieron los ojos uno en otro;
la dedicación de los montes artificiales fue para ellos un cálido encuentro. Al principio, estaban indecisos, él del
clan de Enki, ella del linaje de Enlil. Cuando Ninharsag trajo la paz entre los clanes en disputa, Inanna y
Dumuzi se las ingeniaron para estar juntos lejos de los demás, se
dedicaron a amarse.
Mientras paseaban juntos, se decían palabras dulces de amor uno a otro. Yacían uno al lado del otro, el
corazón de uno conversaba con el corazón
del otro; Dumuzi rodeó con su brazo la cintura de ella, deseaba tomarla como un
toro salvaje,
¡Deja que te enseñe! ¡Deja que te enseñe!, decía Dumuzi a Inanna. Suavemente, ella lo besó, y luego le habló
de su madre: ¿Qué mentira podría contarle a mi madre? ¿Qué le contarás tú a Ningal? ¡Hablémosle a mi
madre de nuestro amor! ¡De contenta, rociará perfume
de cedro sobre nosotros!
Los amantes fueron al lugar donde vivía Ningal, la madre de Inanna, Ningal les dio su bendición, la madre de
Inanna aprobó a Dumuzi. ¡Señor Dumuzi, eres digno como yerno de Nannar!, le dijo. El mismo Nannar dio
la bienvenida a Dumuzi como novio; Utu, el hermano de Inanna, dijo ¡Así sea! ¡Quizá sus desposorios traigan
verdaderamente la paz entre los clanes!, les
dijo Enlil a todos. Cuando Dumuzi le habló a su padre y a sus hermanos de su amor y de su
compromiso,
Enki también pensó en la paz a través de los desposorios, le dio su bendición a Dumuzi. De los hermanos de
Dumuzi, todos excepto Marduk se alegraron con la
noticia.
Gibil forjó un lecho de esponsales de oro, Nergal envió piedras lapis azuladas. Dulces dátiles, la fruta favorita
de Inanna, pusieron en un montón junto al
lecho,
bajo la fruta escondieron las cuentas de lapis para que Inanna las descubriera.
Como era costumbre, se envió a una hermana de Dumuzi para que perfumara y vistiera a Inanna,
Geshtinanna, la-que-ha-de-ser-cuñada, era su nombre. A ella le reveló Inanna lo que había en su corazón, de
su futuro con
Dumuzi le dijo: ¡Tengo la visión de una gran nación, Dumuzi se elevará como un Gran
Anunnaki.
Su nombre será exaltado sobre los demás, yo seré su esposa-reina. Compartiremos un estatus principesco,
juntos someteremos a los países
rebeldes, yo le daré estatus a Dumuzi, dirigiré el país rectamente!
Geshtinanna dio cuenta a su hermano Marduk de las visiones de gobierno
y gloria de Inanna.
Marduk se inquietó enormemente con las ambiciones de Inanna; a Geshtinanna le contó un plan secreto.
Geshtinanna fue hasta su hermano Dumuzi, a la morada del pastor. Encantadora a la vista y perfumada, le dijo
así a su hermano Dumuzi: ¡Antes de que tu joven esposa duerma entre tus brazos, debes tener un heredero
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legítimo, nacido de una hermana! ¡El hijo de Inanna no tendrá derecho a la sucesión, no crecerá sobre las
rodillas de tu madre!
Ella puso la mano de él en su mano, apretó su cuerpo contra el suyo. ¡Hermano mío, yo yaceré contigo! ¡Novio,
contigo tendremos un par de
Enki! Así le susurró Geshtinanna a Dumuzi, para que surgiera algo noble de su
vientre. En su vientre derramó Dumuzi el semen, y luego se quedó dormido con las
caricias de ella. Durante la noche, Dumuzi tuvo un sueño, visualizó una premonición de
muerte:
En el sueño, vio a siete bandidos malvados que entraban en su morada. ¡El Señor nos ha enviado a por ti, hijo
de Duttur!, le decían. Ahuyentaban a sus ovejas, se llevaban a sus corderos y sus cabritos, le quitaban su
tocado de señorío, le arrancaban de su cuerpo la túnica real, le quitaban y le rompían el báculo de pastoreo,
arrojaban al suelo su copa. Desnudo y descalzo se lo llevaban preso, le ponían grilletes en las manos, lo
dejaban moribundo en nombre del Halcón y el Pájaro Principesco.
Inquieto y asustado se despertó Dumuzi en mitad de la noche, le contó su
sueño a Geshtinanna.
¡El sueño no es favorable!, le dijo Geshtinanna al turbado Dumuzi.
¡Marduk te acusará de haberme violado, enviará a emisarios malvados para que te arresten.
Ordenará que se te juzgue y se te deshonre, para desunir la relación con una enlilita!
Dumuzi gritó como una bestia herida: ¡Traición! ¡Traición!, gritó.
A Utu, el hermano de Inanna, ¡Ayúdame!, envió palabra; pronunció el
nombre de su padre Enki como un talismán.
Dumuzi escapó a través del desierto de Emush, el Desierto de las Serpientes, corrió para ocultarse de los
malhechores hasta el lugar de las poderosas
cataratas. Donde las abundantes aguas hacen lisa y resbaladiza las rocas, Dumuzi
resbaló y cayó; la avalancha de agua destrozó entre la blanca espuma su cuerpo sin vida.
Viene ahora el relato del descenso de Inanna hasta el Bajo Abzu,
y la Gran Guerra Anunnaki, y cómo Marduk fue encerrado vivo en el Ekur.
Cuando Ninagal recuperó el cuerpo sin vida de Dumuzi de las aguas del
gran lago,
se llevó el cuerpo hasta la morada de Nergal y Ereshkigal en el Bajo Abzu. Sobre una losa de piedra se puso el
cadáver de Dumuzi, un hijo de Enki. Cuando se envió a Enki palabra de lo que había sucedido, Enki se
desgarró la ropa, se puso cenizas en la frente. ¡Hijo mío! ¡Hijo mío!, se lamentó por Dumuzi. ¿Qué pecado he
cometido
para ser así castigado?, preguntó en voz alta. Cuando vine de Nibiru a la Tierra, EA, Aquel Cuyo Hogar Es
Aguas, era
mi nombre, con agua obtenían su fuerza de propulsión los Carros Celestiales, en las
aguas me zambullí;
después, una avalancha de agua barrió la Tierra, en las aguas se ahogó mi nieto Asar, ¡por las aguas está
muerto ahora mi
amado Dumuzi!
Todo lo que he hecho, lo hice con propósitos justos. ¿Por qué soy castigado? ¿Por qué se ha vuelto contra mí
el Hado? Así lloraba y se lamentaba Enki.
Cuando a través de Geshtinanna se descubrió la veracidad de lo sucedido, la angustia de Enki se hizo aún
mayor: ¡Ahora, Marduk, mi primogénito,
también sufrirá por su propia acción!
Inanna se preocupó y, luego, lloró por la desaparición y la muerte de Dumuzi;
después, fue velozmente hasta el Bajo Abzu, para enterrar el cuerpo de
Dumuzi. Cuando Ereshkigal, su hermana, supo de la llegada de Inanna a las puertas
del recinto,
Ereshkigal sospechó de un retorcido plan por parte de Inanna. En cada una de las siete puertas, a Inanna se le
quitó uno de los pertrechos
y de las armas que llevaba,
después, desnuda e indefensa ante el trono de Ereshkigal, ¡fue acusada de intrigar para tener un heredero de
Nergal, hermano de
Dumuzi! Temblando de fiíria, Ereshkigal no quiso escuchar las explicaciones de su
hermana. ¡Suelta contra ella las sesenta enfermedades!, le ordenó furiosa a su visir,
Namtar.
Con la desaparición de Inanna en el Bajo Abzu se preocuparon enormemente sus padres,
Nannar fue con el asunto a Enlil, Enlil le mandó un mensaje a Enki. Enki supo lo que había sucedido por
Nergal, su hijo, esposo de Ereshkigal, con arcilla del Abzu, Enki forjó dos emisarios, seres sin sangre, inmunes
a los rayos de la muerte,
los envió al Bajo Abzu para traer de vuelta a Inanna, viva o muerta. Cuando llegaron ante Ereshkigal,
Ereshkigal quedó confundida con su
aspecto:
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¿Sois Anunnaki? ¿Sois Terrestres?, les preguntó desconcertada. Namtar dirigió contra ellos las armas mágicas
de poder, pero salieron
indemnes los dos.
Tomaron el cuerpo sin vida de Inanna, estaba colgando de una estaca. Los emisarios de arcilla dirigieron sobre
el cadáver un Pulsador y un
Emisor, después rociaron sobre ella el Agua de Vida, pusieron en su boca la Planta
de la Vida. Después, Inanna se movió, abrió los ojos; Inanna se levantó de entre los
muertos. Cuando los dos emisarios estaban preparados para llevar a Inanna al
Mundo Superior,
Inanna les ordenó que tomaran también el cuerpo sin vida de Dumuzi. ni* En las siete puertas del Bajo Abzu se
le devolvieron a Inanna sus pertrechos y atributos.
A la morada de Dumuzi, en la Tierra Negra, ordenó a los emisarios que llevaran al amante de su juventud,
para lavarlo con agua pura, para ungirlo con dulce aceite, para envolverlo después en un sudario rojo, y
ponerlo sobre una losa de lapis; luego, labró para él un lugar de descanso en las rocas, para esperar allí el
Día del Surgimiento.
En cuanto a ella misma, Inanna se dirigió hacia la morada de Enki, quería la retribución por la muerte de su
amado, exigía la muerte de
Marduk, el culpable. ¡Ya ha habido suficiente muerte!, le dijo Enki. ¡Marduk fue el instigador,
pero no cometió asesinato! Cuando Inanna supo que Enki no iba a castigar a Marduk, Inanna fue a sus
padres y a su hermano. Elevó sus lamentos al alto cielo: ¡Justicia! ¡Venganza! ¡Muerte a Marduk!,
pidió. En la morada de Enlil se reunieron sus hijos, Inanna y Utu, se reunieron
para un consejo de guerra. Ninurta, el que había derrotado al rebelde Anzu, argumentó a favor de
fuertes medidas;
Utu les informó de palabras secretas intercambiadas entre Marduk y los Igigi-¡De Marduk, una serpiente
maligna, debe liberarse la Tierra!, Enlil coincidió con ellos.
Cuando se envió la demanda de la rendición de Marduk a Enki, su padre, Enki convocó en su morada a
Marduk y al resto de sus hijos. ¡Aunque aún lloro a mi amado Dumuzi, debo defender los derechos de
Marduk! Aunque Marduk instigó el mal, por un mal hado, no por mano de Marduk,
murió Dumuzi; Marduk es mi primogénito, Ninki es su madre, está destinado para la
sucesión, ¡Debemos protegerle todos de la muerte a manos de la banda de Ninurta!
Así dijo Enki.
Sólo Gibil y Ninagal tuvieron en cuenta la llamada de su padre; Nin-gishzidda se opuso,
Nergal vacilaba: ¡Sólo ayudaré si se encuentra en un peligro mortal!, dijo.
Fue después de eso que una guerra, de desconocida ferocidad, estalló entre los dos clanes.
Fue diferente de la contienda entre Horon y Satu, descendientes de Terrestres:
una batalla entre Anunnaki, nacidos en Nibiru entre ellos, se desató en otro planeta.
La guerra comenzó por medio de Inanna, que cruzó con su nave celeste los dominios de los hijos de Enki;
Inanna desafió a combatir a Marduk, le persiguió hasta los dominios de Ninagal y de Gibil.
Para ayudarla, Ninurta disparó los rayos fulminantes de su Pájaro de la Tormenta contra las fortalezas del
enemigo,
Ishkur atacó desde los cielos con relámpagos abrasadores y truenos demoledores.
En el Abzu, barrió los peces de los ríos, dispersó el ganado por los campos. Marduk se retiró hacia el norte, al
lugar de los montes artificiales; persiguiéndole, Ninurta roció con proyectiles venenosos las moradas.
con su Arma Que Despedaza les robó los sentidos a las gentes de aquellas tierras,
los canales que llevaban las aguas del río se volvieron rojos de sangre;
los resplandores de Ishkur convertían la oscuridad de las noches en días llameantes.
Mientras las devastadoras batallas avanzaban hacia el norte, Marduk se aposentó en el mismo Ekur,
Gibil diseñó un escudo invisible para éste, Nergal elevó hasta el cielo su ojo que todo lo ve.
Inanna atacó el lugar oculto con un Arma de Brillantez, dirigida con un cuerno;
Horon llegó para defender a su abuelo; la Brillantez le dañó el ojo derecho. Mientras Utu mantenía a distancia
más allá de Tilmun a los Igigi y a sus hordas de Terrestres,
los Anunnaki, los que apoyaban a uno y a otro clan, entablaban batalla a los pies de los montes artificiales.
¡Que se rinda Marduk, que termine el derramamiento de sangre! Estas
palabras le transmitió Enlil a Enki. ¡Que hablen hermano con hermano!, le envió un mensaje Ninharsag
a Enki.
En su guarida, dentro del Ekur, Marduk seguía desafiando a sus perseguidores,
de la Casa Que Como una Montaña Es hizo su último baluarte. Inanna no podía superar la inmensa estructura
de piedra, sus costados lisos
desviaban las armas de ella. Después, Ninurta se enteró de que había una entrada secreta, ¡encontró una
piedra giratoria en el lado norte!
Ninurta atravesó un oscuro corredor, llegó a la gran galería, su bóveda relucía como un arcoiris con las
multicolores emisiones de los
cristales. En el interior, alertado por la intrusión, Marduk esperaba a Ninurta con las
armas dispuestas; respondiendo con armas, destrozando los maravillosos cristales, Ninurta
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siguió subiendo por la galería. Marduk se retiró hasta la cámara superior, hasta el lugar de la Gran Piedra
Pulsante,
En su entrada, Marduk bajó los cierres de piedras descendentes, que impedían cualquier entrada.
Inanna e Ishkur siguieron a Ninurta al interior del Ekur; se pusieron a pensar qué podían hacer. ¡Que la
hermética cámara oculta sea el ataúd de piedra de Marduk!, les
dijo Ishkur.
Ishkur prestó atención a los tres bloques de piedra, dispuestos para deslizarse hacia abajo.
¡Que muera lentamente, siendo enterrado vivo, sea la sentencia de Marduk!, Inanna dio su consentimiento.
Al final de la galería soltaron los tres los bloques de piedra, cada uno de ellos hizo descender una piedra para
taponar, para encerrar a Marduk como en una tumba.
Viene ahora el relato de cómo Marduk fue salvado y partió hacia el exilio, y de cómo se desmanteló el Ekur y
se redispuso el señorío sobre las tierras. Lejos del Sol y de la luz, sin comida ni agua, Marduk fue enterrado
vivo
dentro del Ekur;
Sarpanit, su esposa, elevó un lamento por su prisión y castigo sin juicio. Acudió a Enki, su suegro, llegó a él
con su joven hijo Nabu. ¡Marduk debe ser devuelto para estar entre los vivos!, le dijo Sarpanit
a Enki.
Él la envió a Utu y a Nannar, que podían interceder ante Inanna. Poniéndose un vestido de expiación, rogó
¡Dadle la vida al señor Marduk! ¡Dejadle que siga viviendo humildemente, dejará a un lado el gobierno! Inanna
no se aplacó. ¡Por la muerte de mi amado, el Instigador debe
morir!, replicó Inanna.
Ninharsag, la pacificadora, convocó a los hermanos Enki y Enlil, ¡Marduk debe ser castigado, pero no merece
la muerte!, les dijo. ¡Viva Marduk en el exilio, que entregue a Ninurta la sucesión en la Tierra!
Enlil se sintió complacido con sus palabras y sonrió: ¡Ninurta era su hijo, de Ninurta ella era la madre!
Si entre sucesión y vida tengo que elegir, ¿qué puedo yo, un padre, decir?
Así respondió Enki, con el corazón dolido. En mis tierras se ha extendido la desolación,
la guerra debe terminar, por Dumuzi todavía estoy de luto; ¡que Marduk viva en el exilio!
¡Si la paz debe volver y Marduk vivir, tenemos que llegar a acuerdos vinculantes!, le dijo Enlil a Enki.
Todas las instalaciones que enlazan cielo y Tierra se deben confiar sólo a mis manos,
el señorío sobre la Tierra de los Dos Estrechos debes dárselo a otro de tus hijos.
Los Igigi que siguen a Marduk deben renunciar al Lugar de Aterrizaje
y abandonarlo, ¡en la Tierra Sin Retorno, no habitada por ningún descendiente de Ziusudra,
debe exiliarse Marduk! Así se declaró Enlil, enérgicamente, pretendiendo ser el principal entre los
hermanos.
Enki reconoció en su corazón la mano del hado: ¡Así sea!, dijo inclinando
la cabeza. Sólo Ningishzidda conoce las entrañas del Ekur; ¡que sea él el señor de sus
tierras! Después de que se anunciaran las decisiones de los Grandes Anunnaki, se
llamó a Ningishzidda para el rescate.
su reto era cómo sacar a Marduk de las entrañas selladas por los bloques; para liberar al que vivo está
enterrado, le dieron una tarea inconcebible. Ningishzidda contempló los planos secretos del Ekur, planeó cómo
evitar
los bloqueos: ¡Marduk será rescatado a través de una abertura superior cincelada!, les
dijo a los líderes.
En el lugar que yo les muestre, tallarán una entrada en las piedras, desde allí, un sinuoso pasadizo les llevará
hacia arriba, creando un conducto de rescate.
Atravesando vanos ocultos proseguirán hasta el centro del Ekur, en el vórtice de los vanos, a través de las
piedras se abrirán paso. Abrirán una entrada hasta el interior, evitando así los bloqueos; continuarán por
encima de la gran galería, levantarán los tres bloques de
piedra,
¡y llegarán a la cámara superior, la prisión mortal de Marduk! Más tarde, los Anunnaki, dirigidos por
Ningishzidda, siguieron el plan
esbozado, con herramientas que resquebrajan las piedras hicieron la abertura, crearon
el conducto de rescate,
llegaron al interior del monte artificial, abrieron una salida. Evitando los tres bloques de piedra, llegaron a la
cámara superior, sobre una pequeña plataforma levantaron los rastrillos; rescataron a Marduk desmayado. Con
cuidado bajaron al señor por el sinuoso conducto, le llevaron hasta el
aire fresco;
en el exterior, Sarpanit y Nabu esperaban al esposo y padre; fue una gozosa reunión.
Cuando a Marduk su padre Enki le transmitió los términos de la liberación,
Marduk se enfureció: ¡Hubiera preferido morir que renunciar a mi derecho
de nacimiento!, gritó. Sarpanit confió en sus brazos a Nabu. ¡Nosotros somos parte de tu futuro!,
le dijo ella suavemente. Marduk se enfureció, Marduk se humilló. ¡Me rindo ante el Hado!, dijo
inaudiblemente.
Con Sarpanit y con Nabu partió hacia una Tierra Sin Retorno, con mujer e hijo, fue a un tierra donde se cazan
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bestias con cuernos. Tras la partida de Marduk, Ninurta volvió a entrar en el Ekur a través del
conducto,
a través de un corredor horizontal fue hasta la vulva del Ekur. En su pared oriental, en una hornacina
artísticamente labrada, la Piedra del
Destino emitía una radiación roja. ¡Su poder me atrapa para matarme, con una atracción mortal me
subyuga!,
gritó Ninurta dentro de la cámara.
¡Lleváosla! ¡Destruidla por completo!, gritó Ninurta a sus tenientes. Desandando sus pasos, Ninurta fue a través
de la gran galería hasta la
cámara más elevada, en un arca ahuecada pulsaba el corazón del Ekur, la fuerza de su red se
potenciaba con cinco compartimentos. Ninurta golpeó el arca de piedra con su vara; aquélla respondió con
una
resonancia. Ninurta ordenó que se sacara la Piedra Gug, que determina las direcciones;
se llevó hasta un lugar de su elección.
Bajando por la gran galería, Ninurta examinó los veintisiete pares de cristales de Nibiru. Muchos de ellos
habían sido dañados en su combate con Marduk; algunos
habían sobrevivido intactos a la contienda. Ninurta ordenó que se sacaran los que estaban enteros de sus
ranuras, los
otros los pulverizó con su rayo. Fuera de la Casa Que Como una Montaña Es, Ninurta se remontó en el
cielo con su Pájaro Negro, prestó atención a la Piedra Ápice; representaba la personificación de su
enemigo. Con sus armas la soltó, hasta el suelo se derrumbó hecha pedazos.
¡Con esto, termina para siempre el temor a Marduk!, declaró Ninurta victorioso. En el campo de batalla, los
Anunnaki reunidos anunciaron sus alabanzas
a Ninurta:
¡Como Anu estás hecho!, le gritaron a su héroe y líder. Para sustituir a la incapacitada baliza se eligió un monte
cercano al Lugar
de los Carros Celestiales,
en sus entrañas se redispusieron los cristales rescatados. En su cima se instaló la Piedra Gug, la Piedra de
Dirección; al monte se le llamó Monte Mashu, Monte de la Barca Celestial Suprema. Por entonces, Enlil
convocó a sus tres hijos; Ninlil y Ninharsag también
asistieron. Se reunieron para confirmar los mandatos sobre las tierras de antaño, para
asignar señoríos sobre las nuevas tierras. A Ninurta, que había vencido a Anzu y a Marduk, se le
concedieron los
poderes de la Enlildad, para sustituir a su padre en todas las tierras. A Ishkur se le concedió el señorío del
Lugar de Aterrizaje, en las Montañas
de los Cedros,
uniendo así el Lugar de Aterrizaje a sus dominios del norte. Las tierras al sur y al este de allí, donde se habían
extendido los Igigi y sus
descendientes, se le dieron a Nannar como dote imperecedera, para que las custodiaran
y conservaran sus descendientes y seguidores. La península donde estaba el Lugar de los Carros se
incluyó en las tierras
de Nannar, a Utu se le confirmó como comandante del Lugar y del Ombligo de la
Tierra. En la Tierra de los Dos Estrechos, como se acordó, Enki asignó el señorío
a Ningishzidda. Ninguno de los otros hijos de Enki puso objeciones a esto; ¡pero Inanna se
opuso a ello!
Inanna reivindicó la herencia de Dumuzi, su novio fallecido, a Enki y a Enlil les exigió un dominio para ella sola.
Los líderes contemplaron cómo satisfacer las demandas de Inanna,
pidieron consejo sobre las tierras y los pueblos a los Grandes Anunnaki que decretan los hados,
intercambiaron palabras con Anu respecto a la Tierra y a sus reasentamientos.
Habían pasado casi dos Shars desde los tiempos del Diluvio, la Gran Calamidad,
los Terrestres habían proliferado, desde las tierras montañosas volvían a las tierras bajas.
Eran descendientes de la Humanidad Civilizada a través de Ziusudra, estaban entremezclados con la simiente
de los Anunnaki.
Los descendientes de los Igigi que se habían mezclado con humanas también estaban por ahí, en las tierras
distantes sobrevivían los parientes de Ka-in.
Pocos y nobles eran los Anunnaki que habían llegado de Nibiru, pocos eran sus descendientes perfectos.
Los Grandes Anunnaki consideraron cómo establecer asentamientos para ellos mismos y para los Terrestres,
cómo mantener su nobleza sobre la Humanidad, como hacer que los muchos obedecieran y sirvieran a los
pocos.
Los líderes intercambiaron palabras con Anu acerca de todo esto, acerca del futuro.
Anu decidió ir a la Tierra una vez más; con Antu, su esposa, deseaba venir.
Sinopsis de la Duodécima Tablilla
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